Lectura de INDAR ante la convocatoria de huelga en el sector público de la Educación en Navarra el 3 de abril.

LAB, ELA, Steilas, CCOO y UGT son los cinco sindicatos que organizan esta jornada de huelga, a la que están convocados más de 10.000 docentes.

Plantean una serie de peticiones, de carácter económico, que se desdibujan en la indefinición:

  1. Bajar ratios en todas las etapas. Lo que vendría a suponer un menor número de alumnado por docente.
  2. Reducir la temporalidad por debajo del 8%. En la actualidad, estas entidades sindicales la ubican en torno al 50% de la plantilla. El Consejo Escolar de Navarra, en febrero de este año, en más del 40%.
  3. Disminuir las cargas de trabajo, y, especialmente, las sobrecargas de trabajo administrativo, con más recursos. Este punto queda especialmente falto de concreción.
  4. Recuperar el poder adquisitivo del profesorado, que se supone en torno al 20% de pérdida desde 2010.
  5. Desarrollar la carrera profesional. Y aquí, de nuevo, hacen falta presupuesto y un plan específico de formación.

2.- Los deseos

En un comunicado conjunto, las cinco portavocías sindicales afirman aspirar a:

  1. Mejorar las condiciones laborales.
  2. Mejorar sustancialmente este servicio público.
  3. Mimar la Educación, para una mayor justicia social.

Todo ello, bajo el principio de que la educación es el instrumento principal para mejorar la sociedad.

3.- Los límites

  1. Los convocantes reconocen que en la primera movilización que tuvo lugar durante este curso, la huelga del 15 de febrero, conjunta con Sanidad y Núcleo, la representación en la Mesa Sectorial [de Educación] ha sido ninguneada por completo a lo largo de toda la legislatura. Y que ha sido convertida en un órgano consultivo en vez de ser un espacio de negociación. Esto deja claro que la correlación de fuerzas no ha permitido arrancar ningún espacio de negociación.

Dos no negocian si el fuerte no quiere. Y el débil ha demostrado su debilidad con una convocatoria aislada de huelga. No ha mantenido un ciclo sostenido de movilización y no ha tenido una conexión directa y permanente con el sujeto llamado a sostener la lucha.

  1. Los convocantes amenazan con continuar la dinámica de movilizaciones si no hay negociación y no sean atendidas las reivindicaciones. No hay tal dinámica de movilizaciones y las reivindicaciones son demasiado generales.

A pesar del enorme margen para la negociación (a la baja, de cada una de las reivindicaciones), si no se negocia, es porque la correlación de fuerzas es adversa a los sindicatos. Llaman a la movilización sin ganas, sin asambleas participativas, sin propuestas concretas que permitan arrancar derechos concretos, que puedan ser vistos como victorias en un marco de tensión sostenida. Ni tienen fuerza, ni tienen credibilidad. Tampoco tienen una base docente animada a desarrollar sus reivindicaciones en asambleas y con ánimo de arrancar derechos y mejoras materiales profesionales, laborales y en el conjunto del ámbito escolar.

  1. El Departamento de Educación responde a todas estas peticiones con un cierre en banda: No hay más dinero. No se pueden aumentar las partidas presupuestarias. Este mantra liberal, de que todo desarrollo social esté ligado a la disponibilidad de fondos económicos, no es contrapuesto por una visión fuera de la lógica sistémica Y, por lo tanto, cala entre sus víctimas y paraliza la acción sindical, que es eminentemente económica. En el Estado español, el presupuesto en Educación es del 4,6% del PIB. En Nafarroa, del 5%. Ni siquiera se desarrollan proyectos educativos en el marco de objetivos propuestos por la ONU, en torno al 6% del PIB.

Los límites impuestos por las instituciones al servicio de la dominación capitalista no son cuestionados. A partir de aquí, los márgenes para la negociación rayan la nulidad.

  1. Una de las portavoces llama a la movilización del 3 de abril, bajo el eslogan de conseguir un seguimiento por lo menos igual o mayor que la anterior: la del 15 de febrero, que no llegó al 20%. Con sus propias palabras se destapa la farsa.

4.- La farsa

  1. No hay objetivos claros ni fuerza que pueda
  2. No hay calendario para desarrollar una dinámica de fuerza que arranque derechos y
  3. No hay base social para lograr los puntos

Se trata de una campaña de política espectacular, enmarcada en un ciclo electoral, donde todo lo que se puede entrever es el cuadro borroso de un esperpento que llama lucha a lo que no lo es y que no sabe, u oculta, que no tiene capacidad de negociar nada. Realmente, pide seguir siendo un sujeto legimitado por su alter ego en la gestión institucional, a la hora de vender la fuerza de trabajo docente, de imponer las condiciones en que esta se desarrolle y de designar los recursos limitados con que seguir educando a las siguientes generaciones. Eso sí, en las nuevas condiciones del capitalismo agónico: con una mayor exclusión del derecho a la Educación y a la formación, con un mayor nivel de precariedad en el desempeño de la labor docente y con un proceso paulatino incesante de desarrollo de la lógica de la mercantilización de este sector.

5.- En conclusión.

Desde hace ya mucho tiempo, hay determinadas reivindicaciones que se hacen públicas como un tema recurrente. No dejan de ser reales, pero no se ubican en la agenda de lucha como tales, sino como parte de una farsa o de un conformismo, en busca de otras cosas. Siempre en negociaciones a la baja, donde cualquiera de estas reivindicaciones son máximos inalcanzables.

A partir de aquí, lo que se traslada es el conformismo y el marco de abatimiento, precariedad y asunción de la lógica de desmantelamiento del sector público educativo. Algo que no es ajeno al resto de sectores de la Administración. Y es que el capitalismo, como modo de producción en crisis, recurre a cualquier nicho de mercado como necesidad de desarrollo de sus fuerzas productivas, o bien de sus elementos especulativos, en busca de tasa de ganancia.

El sindicalismo que abandone la comprensión de cómo funciona la cosmovisión sistémica, y sus leyes de acumulación, está condenado a la farsa, a la impotencia y a ser cómplice del desmantelamiento de servicios y la pérdida de derechos, que, si han sido tales, han sido el resultado de ciclos de lucha anteriores.

No hay margen para los éxitos parciales. Solo habrá un ciclo de mejora general si hay una propuesta revolucionaria total. Y esta no puede ser otra que una propuesta socialista hacia el modo de producción comunista. Porque no es cierto, como afirman los convocantes, en sus deseos, que la educación sea el instrumento principal para mejorar la sociedad, sino que el principal instrumento para mejorarla será que esta misma sociedad ponga a su disposición y para su desarrollo el conjunto de la riqueza que ella misma genere. Solo así tendremos una educación que forme generaciones para una vida y una sociedad mejores. Y el capitalismo ya no puede, ni quiere, ofrecernos esa vida mejor. Ya no lo es rentable.

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